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Las medidas cautelares son las dictadas mediante resoluciones judiciales, con el fin de asegurar, conservar o anticipar la efectividad de la resolución estimatoria.
En el proceso penal, las medidas cautelares se utilizan con el fin de asegurar el proceso. Existen diversas medidas, como por ejemplo la imposibilidad o prohibición de salir del territorio nacional o la obligación de firmar cada cierto tiempo en el juzgado penal del lugar donde viva la persona imputada.
Las medidas tienen que ser proporcionales
Esas medidas cautelares tienen que ser proporcionales al peligro real y verdadero que exista en el proceso, según supuestos que están predefinidos por la ley y que determinan cuál es la medida cautelar correcta.
Dentro de esas medidas, la más popular entre los fiscales (y especialmente entre los periodistas) es la prisión preventiva. Esta sin embargo, debe ser la última medida que se aplica.
La última ratio
Tanto la jurisprudencia como la doctrina y la misma ley dicen que la prisión preventiva tiene que ser la última posibilidad que el juez utiliza para asegurar el proceso.
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Los peligros que las medidas cautelares intentan prevenir son: que el imputado se fugue, que pueda coaccionar o intimidar testigos, que pueda destruir o alterar prueba, que pueda obstaculizar la investigación y que pueda continuar cometiendo la actividad delictiva.
Para poder dictar medidas cautelares es indispensable que exista un indicio comprobado de delito que apunte razonablemente en la dirección del imputado y además, que pueda demostrarse razonablemente que las sospechas de la fiscalía son fundamentadas.